¿Sabías que lo que la puerta de tu frigorífico revela mucho sobre ti o tu familia?
El gran volumen de objetos que se aferran a él puede indicar cuánto desorden se puede encontrar en tu hogar. Ese alboroto proporciona además una buena pista de los niveles de estrés que padece cada uno de los adultos que habitan la casa.
Esta es sólo una de las sorprendentes conclusiones de «La vida en el hogar en el siglo XXI: 32 familias abren sus puertas«, un estudio sistemático que investigadores de la UCLA en Los Ángeles han llevado a cabo durante nueve años con familias de clase media y cuyos resultados han publicado en forma de libro. Según uno de los coautores, la antropóloga Elinor Ochs, este es el primer estudio que se adentra en los hogares familiares del siglo XXI para descubrir el entorno material y la gran cantidad de posesiones que organizan y dan sentido a la vida cotidiana de los padres y niños de clase media.
El libro, rigurosamente documentado, presenta una imagen preocupante sobre la vida estas familias, demostrando que el consumismo sin control es lo que prevalece en su escala de cosas importantes y lo que realmente dirige su existencia.
«La vida en el hogar en el siglo veintiuno» muestra muy claramente cómo estas familias utilizan su tiempo, qué hacen con las cosas que compran, cuánto utilizan las diferentes partes de sus casa y qué aspectos de la vida en el hogar causan estrés. El libro se centra en el entorno físico de las familias y, en el lenguaje de los antropólogos, su «cultura material«, un tema mucho menos comprendido de lo que uno podría pensar.
Algunos hallazgos de este estudio fueron:
- El manejo del volumen de posesiones era un problema tan aplastante en muchos hogares que elevaron los niveles de hormonas del estrés de las madres.
- Los garajes estaban tan llenos de cosas que sólo el 25 por ciento de los garajes podían usarse para cobijar los automóviles.
- El auge de las megatiendas que venden por grandes volúmenes ha aumentado la tendencia de las familias a acumular alimentos y productos de limpieza, lo que hace que el desorden sea mucho más difícil de contener.
- La adición de caras suites para los padres resultó ser la reforma más común en las casas que se estudiaron, sin embargo, dicho espacio apenas se utilizó.
- Incluso en una zona con clima templado durante todo el año, las familias apenas usaban sus patios, y este fue el caso incluso entre aquellos que habían invertido mucho dinero en mejoras y muebles para exteriores.
- La mayoría de las familias dependían en gran medida de los alimentos de conveniencia, como las comidas congeladas, pero realmente sólo ahorraban un promedio de 10 a 12 minutos por comida.
- Las cenas casi siempre eran fragmentadas, es decir, los miembros de la familia comían de forma secuencial o en diferentes habitaciones. Las comidas familiares eran la excepción.
Para obtener estos demoledores resultados, los investigadores grabaron en vídeo las actividades de los miembros de la familia, rastrearon cada movimiento con dispositivos de localización y documentaron sus casas, patios y actividades con montones de fotografías. También midieron a intervalos regulares las hormonas del estrés de los sujetos experimentales a través de muestras de saliva.
Los resultados demuestran que, en el mundo desarrollado, las personas centran sus esfuerzos en comprar y acumular cosas, a comprar sin control y a minimizar el tiempo que pasan junto a su familia o realizando actividades al aire libre. Al adquirir una carga emocional, las adquisiciones se hacen difícil de desechar. De nuevo, se confirma que el desorden produce estrés y ansiedad, y la acumulación descontrolada de posesiones materiales nos aleja de nuestra felicidad.
Referencias bibliográficas
Arnold, Jeanne E., Graesch, Anthony P., Ragazzini, Enzo, Ochs, Elinor. (2012). Life at Home in the Twenty-First Century: 32 Families Open Their Doors. The Cotsen Institute of Archaeology Press, UCLA
Originally posted 2019-04-01 20:05:33.