Un optimista es aquella persona que encara el futuro con esperanza y ve los aspectos más favorables de las cosas. Toda persona que es negativa, pesimista sobre sus expectativas de futuro, está limitando seriamente su felicidad al creer en la permanencia de su estado. Por el contrario, una persona optimista siempre piensa que el futuro le deparará cosas buenas y que las circunstancias adversas de su vida son solo pasajeras.
Imagina, por ejemplo, que tus amigos te llaman inesperadamente para invitarte a un viaje. ¿Eres que los que se ilusiona y piensas que te lo vas a pasar muy bien? o, por el contrario te paras a pensar en todas las incomodidades de hacer el equipaje, preparativos, etc… y en los posibles contratiempos que puedan surgir durante el viaje.
Si eres del segundo tipo, tienes que saber que esta visión negativa del futuro incide directamente sobre tu conducta, resultando en el clásico esquema de ‘pescado que se muerde la cola’. Es decir, se produce una situación (Ej: tienes que dar una conferencia) que produce unos pensamientos (lo que nos decimos a nosotros mismos: ‘se me va a dar fatal’, ‘voy a hacer el ridículo’); éstos llevan a unas emociones (miedo, ansiedad…) que inciden finalmente sobre nuestro comportamiento (evitamos la situación o no lo hacemos tan bien como lo podríamos haber hecho sin las emociones negativas).
Obviamente, si antes de realizar cualquier actividad, piensas en todo lo que puede salir mal, no te quedarán ningunas ganas de hacer nada. Las personas pesimistas, ante las expectativas negativas que les dominan, se dejan vencer por la pasividad, y no ponen en marcha los esfuerzos necesarios para conseguir sus objetivos. Un claro ejemplo es la persona que piensa: ¿Para qué estudiar si voy a suspender?, una expectativa que paraliza la iniciativa de la persona (estudiar) y que da lugar a una profecía autocumplida (suspender).
Si eres una de esas personas que solo ve el vaso medio vacío y anticipas siempre el peor escenario posible, quizás deberías desarrollar más tu visión optimista de la vida, el futuro y los demás, porque, en efecto, el optmismo se puede aprender y ejercitar.
Cómo ser más optimistas
Rechaza de raíz las creencias limitantes: Existen dichos muy arraigados en nuestra cultura que actuan como pensamientos limitantes, tales como ‘espera siempre lo peor’, ‘siempre habrá alguien que lo hará mejor que tú’, ‘No intentes destacar’. Estas creencias negativas y paralizantes han de ser desechadas radicalmente por nuestra mente.
Cambia a positivo lo que te dices a ti mismo: Los pensamientos negativos nos limitan, mientras que los positivos nos preparan para la acción. Cambia el pensamiento negativo (‘me voy a bloquear ante tanta gente’) por uno positivo (‘lo voy a hacer bien y ganaré prestigio’). Este último pensamiento te llevará a una emoción positiva y la conducta correcta.
Adopta una actitud optimista, pero realista: Un optimismo ingénuo y con poca base en la realidad tampoco nos va ayudar. Siguiendo con el ejemplo anterior, si tienes que hablar en público y no dominas el tema, no puedes pensar que vas a asombrar a la audiencia con tu sola presencia, sino que tendrás que prepararte el tema y ensayar lo que sea necesario. Mientras menos margen dejes para el azar, mejor: recuerda que la suerte favorece siempre a los mejor preparados.
Piensa en el mejor escenario posible: Visualiza el escenario ideal de la situación que te produzca ansiedad (por ejemplo, una conferencia ante una audiencia numerosa). Visualiza lo mejor que podría pasar (daré una conferencia de antología, la gente me aplaudirá a rabiar e incluso me pedirán autógrafos). Piensa ahora en lo peor que podría pasar (me voy a bloquear y todo el mundo se reirá de mi) y en una visión intermedia (lo más seguro es que no cometa ningún error y nadie note mi nerviosismo). La clave de esta técnica es que, visualizando un escenario ideal, es mucho más difícil pensar en el desfavorable.
Anticipa lo mejor: Hazte las preguntas en positivo: ¿Qué puede salirme bien? ¿Qué es lo que más ilusión me haría que ocurriera? ¿Qué cosas buenas me esperan en los próximos días? La respuesta a estas preguntas desencadenarán pensamientos positivos en tu mente.
Transmite tu positividad a los demás: Haz que tu optimismo sea contagioso, transmite tus sentimientos de felicidad y, sobre todo, rodéate de personas positivas.
Se perseverante: No te rindas fácilmente y la suerte estará de tu lado.
El optimismo no solo es una de nuestras ‘armaduras’ de protección contra todo tipo de problemas, sino que además tiene un gran poder terapéutico (es una de las fortalezas personajes recogidas por Seligman) y reparador, siendo clave en la resiliencia. Recuerda, que, si adoptas una visión relajada, constructiva, optimista y positiva, todo, absolutamente todo lo que hagas, te saldrá mejor.
Originally posted 2018-11-12 10:59:34.