“No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita” (Anónimo).
¿Eres capaz de imaginar cuánto necesitas para ser feliz?
Imagina por un momento una vida con menos desorden, con más tiempo para ti, con más ahorro, con menos estrés por las deudas, con menos distracciones, con relaciones más profundas, con un propósito…
¿Demasiado bueno para ser verdad?
Lo que estás imaginando no es la vida de un millonario, es algo que está perfectamente al alcance de tu mano. No es una vida fácil, pero sí es una vida simple.
La historia real de Ryan Nicodemus
Ryan Nicodemus empezó a ganar mucho dinero desde muy joven. A los 20 años ya era más rico que la mayoría pero sin embargo no se sentía rico. Pensó que ganando más dinero se sentiría mejor, así que ganó más dinero. Pero era incapaz de imaginar qué cifra es la que le haría feliz. Ryan tenía ingresos de seis cifras, una carrera exitosa, un gran trabajo, una gran casa y un coche de lujo que cambiaba cada dos años. De puertas para afuera estaba viviendo lo que todo el mundo consideraría la viva imagen del éxito, pero desde el exterior era difícil ver que Ryan no se sentía feliz: su vida estaba llena de estrés, ansiedad y descontento, por no hablar de que, a pesar de haber ganado mucho dinero, también tenía muchas deudas. ¡Estaba gastando mucho más dinero del que ganaba!
Nuestro protagonista había perdido la capacidad de ver lo que era importante, y estaba intentando llenar su vacío interior comprando coches, ropa cara, muebles y los últimos aparatos electrónicos del mercado. Ryan se estaba dando cuenta que estaba intentando comprar un pasaje a la felicidad, y que estaba trabajando muy duro para comprar cosas que no le hacían feliz. Llegó a trabajar hasta 80 horas a la semana, y estaba atrapado en un bucle que le había pasado factura en lo personal: no se sentía bien, no estaba sano, recurrió al alcohol y las drogas, y su matrimonio se fue a pique.
Ryan se dio cuenta de que no pensaba en los aspectos importantes de su vida: su salud, sus pasiones, sus relaciones personales… No tenía ningún objetivo vital; estaba, en una palabra, estancado.
Un encuentro revelador con su amigo y compañero de trabajo Joshua Fields le abrió los ojos. A pesar de haber llevado similares trayectorias vitales Josh parecía verdaderamente feliz. Josh también había sido, hasta hace poco, muy infeliz, pero algo había cambiado en su vida. Ese algo era el minimalismo. Josh había logrado, como muchas miles de personas, simplificar su vida y eliminar todo lo que le sobraba para hacer espacio a lo que realmente le importaba.
Las personas con estilo de vida minimalista se dieron cuenta de la mentira en la que estaban viviendo estaban viviendo y decidieron abrazar la vida con sentido. Estas personas daban la impresión de ser más ricas de lo que cualquiera de nosotros llamaríamos un rico en la manera tradicional.
Comprometido con su nuevo estilo de vida, una de las primeras cosas que hizo Ryan fue empaquetar absolutamente todas sus pertenencias como si fuera a mudarse, hasta que su casa se llenó de cajas apiladas. Cada caja fue etiquetada con los artículos que contenía, y durante las siguientes tres semanas sólo fue desembalando los elementos que realmente iba necesitando, como sábanas, los muebles que utilizaba o el cepillo de dientes. Lo revelador del experimento fue que, tras las tres semanas, el 80 por ciento de las cosas, esas cosas que se suponían le harían feliz, aún permanecía empaquetado en las cajas. Por tanto, Ryan se dedicó a vender y donar la totalidad de ese 80 por ciento.
Y en este preciso punto es cuando Ryan comenzó, por primera vez en su vida, a sentirse verdaderamente rico.
Su perspectiva de las cosas había cambiado por completo. El y su amigo Josh crearon un blog dedicado al minimalismo donde comparten sus experiencias con gran éxito, aportando valor a una comunidad que ya se cuenta por millones.
Algunas reflexiones sobre el minimalismo
El minimalismo es una filosofía y un estilo de vida que no propugna que haya nada inherentemente malo en las posesiones materiales. Lógicamente, todos necesitamos cosas que nos hagan la vida más cómoda y también necesitamos pagar las facturas. El problema viene cuando situamos esas posesiones en la primera línea de nuestras prioridades, perdiendo de vista los aspectos que verdaderamente otorgan el propósito y sentido que dan plenitud a nuestra vida.
Hoy día tenemos tantísimas cosas que somos incapaces de apreciar lo que tenemos. Eliminar el desorden y las cosas innecesarias de nuestras vidas nos puede ayudar así a enfocarnos en lo que realmente importa: las relaciones, el conocimiento, la salud; en definitiva, en crecer como personas y en ser plenamente felices.
Originally posted 2018-12-18 02:04:56.