¿Es cierto que los polos opuestos se atraen?

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¿Te has preguntado por qué muchas veces nos sentimos atraídos por personas a las que ni siquiera les caemos bien? Sería mucho más simple si la atracción sólo ocurriera con personalidades afines a la nuestra, pero lo cierto es que sabemos que los polos opuestos se atraen.

Estos polos opuestos son definidos como aquellas personas, habitualmente componentes de una pareja, cuyos rasgos de personalidad e intereses son muy diferentes.

Pero consideremos por un momento que la posibilidad de que esas diferencias que a priori pueden parecer tan problemáticas sean también las mismas cosas que añaden «sabor» y pasión a tu relación. Lo que ocurre es que habitualmente nos sentimos atraídos por los demás por necesidades y deseos insatisfechos en nuestras vidas, como la necesidad de experimentar una mayor conexión, seguridad, amor, apoyo y comodidad. Pero otros de esos anhelos insatisfechos tienen que ver con sus polos opuestos, como la aventura, la libertad, el riesgo, el desafío y la intensidad. Si bien estas necesidades y deseos pueden parecer mutuamente excluyentes, no sólo pueden coexistir entre sí, sino que en el proceso generan una «tensión de los opuestos» que produce la pasión que sostiene, anima y consolida las relaciones.

La motivación interna que emana de la relación en sí misma es esencial para que la relación se sostenga a largo plazo. El principal incentivo para apoyar dicha motivación proviene de la capacidad de ambos miembros de la pareja para continuar creando y compartiendo experiencias atractivas de manera continua. Si bien la seguridad, la cercanía y la comodidad son cualidades que caracterizan a todas las relaciones satisfactorias, sin un equilibrio de emoción, pasión, aventura, riesgo y sí, incluso un cierto grado de separación, la seguridad se convierte en aburrimiento, la intimidad se vuelve claustrofobia y la comodidad se convierte en estancamiento. La diferencia no es problema, sino algo a celebrar. En este sentido, quizás sea más acertado hablar de ‘complementarios’ antes que de ‘opuestos’.

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Estas diferencias entre los miembros de la pareja pueden manifestarse de muchas maneras: introvertidos y extrovertidos, gente diurna y nocturna, impulsivos y planificadores, trabajadores estables y adictos a la adrenalina, perseguidores de aventuras y buscadores de seguridad … No se puede negar la idea de que algo en nosotros se siente atraído por personas que contrarrestan con sus tendencias algunas de nuestras inclinaciones dominantes. Y aunque esto puede crear algunos desafíos para la mayoría de las parejas, estas diferencias son en realidad la fuente de lo que muchos consideran la fuente del aspecto más importante de cualquier relación exitosa: la química, ese concepto casi indefinible que es la base de la atracción.

Si bien lo primero que apreciamos de manera consciente cuando conocemos a alguien es su apariencia física, lo que determina el grado en que sentimos atracción es algo que va mucho más allá de lo superficial. Tiene que ver con un sentimiento, un sentido instintivo de las cualidades y tendencias que pueden ser casi invisibles a simple vista o nuestra conciencia, pero que son reconocidas por una especie de radar interno a nivel subconsciente. Probablemente nos estamos preguntando: «¿Será mi experiencia más completa con esta persona?».

Si la respuesta es «sí», la química será fuerte y la relación funcionará, particularmente en sus primeras etapas. Esta intensidad inicial continuará sin ningún esfuerzo o preocupación por parte de la pareja hasta que los elementos de misterio, emoción, riesgo y aventura que provocan los sentimientos de enamoramiento se quemen o se atrofien. Por el contrario, cuando una relación se desequilibra debido a una cantidad excesiva de peligro o amenaza, los sentimientos de ansiedad surgen inevitablemente y crean inestabilidad. Esto disminuye los sentimientos de seguridad que también son importantes para mantener y consolidar la relación. Igualmente, un apego excesivo a la seguridad puede disminuir el nivel de excitación e inclinar demasiado la balanza en el sentido contrario de la excitación y la aventura. Las grandes relaciones se nutren de la pasión, en particular del amor apasionado, y al tratar de evitar el riesgo o la novedad, podemos, sin quererlo, enfriar el calor sexual transformando la percepción de nuestro compañero.

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Un compromiso con la seguridad permanente puede ser tan amenazante para la integridad de una relación exitosa como una cantidad excesiva de riesgo o discordia. La creación de este delicado equilibrio implica la capacidad de mantener la tensión de los opuestos, pero sin ir demasiado lejos hacia un lado o el otro. Afortunadamente, si esto ocurre, es posible poner en marcha correcciones que puedan volver a estabilizar las cosas. A veces tenemos que arriesgarnos demasiado para saber hasta dónde podemos llegar., y no hay un punto fijo o correcto en el que podamos encontrar un equilibrio permanente. Es un proceso dinámico donde el punto de equilibrio entre los polos de seguridad – aventura está en constante cambio e influenciado por las realidades internas y externas de cada miembro de la pareja y las necesidades de la relación en cualquier momento dado.

Aunque suene complicado en realidad es bastante simple, pero simple no significa necesariamente fácil (nada que merezca la pena lo es). Sin embargo, cuanto más practiquemos estar a cada lado de este proceso, más capaces seremos de desarrollar el tipo de flexibilidad que requieren las relaciones apasionadas. Y con el tiempo, el proceso de hacer los pequeños ajustes necesario se convierte en algo sin esfuerzo, natural e incluso divertido. Sin embargo, para la mayoría de nosotros existe una curva de aprendizaje que no siempre es agradable e incluso puede ser, al menos temporalmente, preocupante. Esto se da en cualquier nuevo desafío en el que intervengamos. Si podemos superar la resistencia inicial que es inherente en el proceso de hacer cambios en la vida, la recompensa a largo plazo valdrá la pena.

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